Posdata, te quiero

Querida Holly, no tengo mucho tiempo.
No literalmente, sino porque has salido a comprar helados y volverás pronto. Ésta será la última carta, sólo me queda una cosa por decirte: esta carta no es para que me recuerdes ni para que compres una lámpara, puedes cuidar de ti misma sin mi ayuda.
Es para decirte cómo me he sentido, como me has cambiado, me has convertido en un hombre queriéndome, Holly, y por eso te estoy eternamente agradecido, literalmente. Quiero que me prometas algo: que nunca estarás triste o insegura o perderás por completo la fe, que tratarás de verte con mis ojos. Gracias por aceptar ser mi esposa, soy un hombre que no se arrepiente. Qué suerte he tenido. Tú has llenada mi vida, Holly, pero yo solo soy un capítulo de la tuya. Habrá más, te lo prometo.
Y ahora viene el gran consejo: no tengas miedo a volver a enamorarte, prepárate para esa señal que parece el fin del mundo. 
Posdata: Siempre te amaré.

Querido Jerry, querías que me enamorara otra vez y quizá algún día lo haga, pero hay muchas clases de amor. Ésta es la única vida que tengo y es una cosa fantástica y horrible, corta e interminable de la que ninguno sale vivo. No tengo planes a parte de que a mi madre ya le toca volver a reírse. Nunca ha visto mundo, nunca ha visto Irlanda, así que la llevo a donde todo empezó. Puede que así lo comprenda.
No sé como lo hiciste, pero me devolviste la vida. Te volveré a escribir pronto.
Posdata: ¿ lo adivinas?




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